1- Adaptarse significa modificar o desarrollar alguna de nuestras características para ajustarnos a una situación. De esta forma, en el colegio nos adaptamos a nuestros compañeros cuando registramos sus nombres o intereses, o logramos mantener la bicicleta perpendicular al suelo cuando memorizamos y ponemos en práctica el procedimiento para conseguirlo. Por lo tanto, para adaptarse sobre todo hay que aprender algo que, en realidad, nos cambia.
2- En esta situación de cuarentena, ¿qué podemos aprender para “mantenernos en equilibrio” mientras ésta dure?
En toda situación, podemos distinguir entre los hechos objetivos (Un coche, una persona…) y los significados relacionados con esos hechos (El coche es seguro; la persona es amistosa…). Psicológicamente, reaccionamos ante estos significados, y no ante los hechos en sí.
Por lo tanto, durante esta situación nuestras reacciones psicológicas (Tanto las emociones que aparecen como las ideas que nos sobrevienen) dependerán de los significados que construyamos a su alrededor.
3- Las cuestiones fundamentales:
¿Esta situación se solucionará, y si es así, cuánto tardará?
¿Estamos mi entorno y yo protegidos a nivel físico?
¿Puede ser la vida cotidiana satisfactoria dentro de estas condiciones?
4- Los significados:
Todo significado nace de la información que tenemos acerca de cada hecho concreto. Con la información que tenemos de esta situación, quizás para la mayoría lo más esperable o razonable sea creer que la situación no tardará mucho en solucionarse (Al menos a nivel sanitario), que no tendremos problemas de salud (O tenemos los recursos necesarios para solucionar cualquier problema) y que en estas condiciones podemos, en general, estar bien.
Con la información disponible no hay razones para sentir miedo o insatisfacción, pero la experiencia nos dice que entenderlo no siempre significa sentirlo así. Por esta razón, entender que es bueno ir al gimnasio no significa necesariamente que aparezcan las ganas de ir, o haber estudiado para un examen no significa sentir que todo está bajo control.
¿Pero por qué a veces no hay coherencia entre lo que pensamos y lo que sentimos?
La explicación está en el nivel de desarrollo y fuerza de un significado. Cuanto más “madura” sea una idea, más capacidad tendrá para generar efectos psicológicos que concuerden con ella. Esto quiere decir que sentiremos ganas de ir al gimnasio o estaremos tranquilos ante un examen si las ideas “Es bueno para mí hacer ejercicio” o “Llevo bien el examen” están lo suficientemente fortalecidas.
5- Cómo desarrollar y fortalecer un significado:
Nuestro cerebro es como un juez que necesita reunir diferentes informaciones a lo largo del tiempo y comprobar que con todas ellas se puede llegar a las mismas conclusiones.
Nuestro organismo es como un perro hambriento al que podemos transmitirle confianza con pequeños gestos diarios.
¿Cuáles son los gestos diarios que nos transmitirán cada día que todo va a ir bien?
6- La gestión de la situación:
A- Tener un horario y una lista de actividades. Nuestro organismo está diseñado para relacionarse con su entorno. Por lo tanto, tener planes le relaja. Incluso, es más importante tener planes que el tipo de planes que se tiene.
B- Permitirse no hacer nada (no pecar en exceso). Al igual que en condiciones normales, aquí tampoco es necesario estar todo el tiempo haciendo cosas. “Perder algo el tiempo” o “estar tirados” es algo que también le comunica a nuestro sistema que todo está bajo control.
C- Llevar la atención voluntaria a aquellas actividades que sí podemos realizar y mostrar indiferencia por las que no. Esta actitud le comunica a nuestro cerebro que lo que tenemos a nuestra disposición es suficiente para estar bien y con ello, se reduce la tensión interna.
D- Relativizar nuestras ideas (tanto las positivas como las negativas) o no dar por hecho que son ciertas cuando no podamos demostrarlo. Dar por hecho, por ejemplo, que esta situación sólo durará un tiempo determinado o que estar tanto tiempo en casa nos afectará de forma negativa son suposiciones que limitarán nuestra capacidad, en el primer caso, para aceptar que la situación se prolongue un poco más, y en el segundo, para liberar la tensión que es lógico que produzca la idea de estar tanto tiempo en casa. Por lo tanto, reconocer y relativizar nuestras suposiciones puede ayudarnos a sentirnos mejor.
E- Reconocer que no sabemos en lugar de tratar de convencernos de que todo irá bien. Aceptar la incertidumbre, no buscar respuestas que no podemos tener y centrarse en hacer otras cosas precisamente le transmite a nuestro cerebro que no necesitamos esas respuestas, y esto hará que disminuya la tensión.
F- Prestar atención a la forma en cómo nos vamos contando las cosas. La propia etiqueta de la situación (Encierro, confinamiento…) así como otras que utilizamos en diferentes momentos (“Es un agobio estar aquí metidos”; “En casa no hay nada para hacer”…) pueden aumentar o reducir nuestra confianza. Prestar atención a nuestra narrativa y utilizar palabras más apropiadas puede también aumentar nuestra confianza.
G- Cuidar los detalles: no desordenarse en los horarios, mantener una buena alimentación o higiene… también nos transmitirá que todo está yendo con normalidad.
H- No evitar estar informados. A veces, por miedo a que nos afecten las noticias evitamos verlas o hablar de ellas con otras personas. Si bien informarse no significa tener que estar todo el día buscando información, evitarlo puede transmitirnos que las cosas están peor de lo que realmente están o que no tenemos los recursos para abordar “la cruda realidad”, con lo que puede aumentar nuestra sensación de falta de control, y con ello, el nerviosismo.
I- Tener recordatorios realistas o lemas que aumenten nuestra confianza. Tener y recordar de vez en cuando frases realistas como “Todos estamos juntos en esto” o “Como siempre, haremos lo que haga falta” pueden también nutrir nuestra confianza.